SANTA
CATALINA MUJER APASIONADA
POR SU IGLESIA Y CARIÑO POR EL PAPA "Quien no
obedezca a Cristo en la tierra, el cual está en el lugar de Cristo en el
Cielo, no participa del fruto de la Sangre del Hijo de Dios" Autor: Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant 1. MUJER APASIONADA POR SU IGLESIA Santa Catalina de
Siena,
ingresó muy joven en la Tercera Orden de
Santo Domingo, destacándose por su espíritu de oración y de penitencia. Un
aspecto relevante, fue su amor a Dios, a la Iglesia y al Romano Pontífice, lo
que la animó a trabajar tenazmente por la paz y unidad en la Iglesia, justo, en
los tiempos difíciles del destierro de Avignon, periodo del Papa Gregorio XI.
En ese entonces y con los medios de esa época se trasladó a Avignon para
pedir al Papa Gregorio XI que regresara cuanto antes a Roma, pues en era en lugar
donde es donde el Vicario de Cristo en la tierra debía gobernar la Iglesia. San
Catalina, escribió numerosas cartas, se conservan aproximadamente unas cuatrocientas,
y algunas oraciones y elevaciones. También escribió y un solo libro, El
Diálogo, donde expone las conversaciones íntimas que tuvo con el Señor. La
santa que vivió en el siglo XIV, aprendió a escribir siendo ya muy mayor, tuvo
una corta existencia, y fue como un árbol que dio muchos frutos, fue como un
sarmiento que se nutrió de la Vid que es Cristo, de cada una de sus
enseñanzas, y así que el Papa JP II dijo de ella: "como si tuviese prisa
de llegar al eterno tabernáculo de la Santísima Trinidad" JUAN PABLO II,
Homilía en Siena, 14-X-1980 Ciertamente
fue una mujer apasionada por su Iglesia, y declaró unos días antes de su
muerte, (30 de abril de 1380): "Si muero, sabed que muero de pasión por
la Iglesia". El ejemplo de Santa Catalina, fue que ofreció
su vida por la Iglesia. 2. LA PERSONALIDAD DE SANTA CATALINA Santa
Catalina fue profundamente femenina, sumamente sensible (JUAN PABLO II,
Homilía 29-IV-1980). No obstante, a través de sus escritos se desprende que fue
excepcionalmente recia, así como muchas mujeres que aman el sacrificio y
permanecen cerca de la Cruz de Cristo, llenas de amor y coraje en el servicio
de Dios. Todo esto, porque fue una mujer convencida de que, tratándose de uno
mismo y de la salvación de las almas que Cristo rescató con su Sangre, no era
procedente una descomunal indulgencia, adoptar por comodidad o cobardía un
débil idealismo, y por eso gritaba: "¡Basta ya de ungüento! ¡Que con
tanto ungüento se están pudriendo los miembros de la Esposa de Cristo!". Lo
interesante, es que ella fue una mujer esencialmente optimista, y no se
desanimaba ni se apocaba, a pesar de hacer todo lo posible y que no se daban los
asuntos a la medida de sus deseos. Otro
aspecto de su personalidad, fue ser una mujer profunda, delicada y fina, por
eso sus amigos y seguidores recordaron siempre su abierta sonrisa, su mirada
franca, pero a la vez atenta y considerada. Se habla de ella, como una mujer
limpia, amante de la naturaleza y de las flores que solía cantar mientras
caminaba. Se
relata que en una cierta ocasión, un personaje de la época, estimulado por un
amigo, visita a Catalina para conocerla, él esperaba encontrar a una persona
de mirada rehuida y sonrisa ambigua, no obstante se dice que quedo
sorprendido al encontrarse con una mujer joven, de mirada serena, transparente
y sonrisa cordial, que le recibió "como a un hermano que volviera de un
largo viaje". 3. SANTA CATALINA Y EL CARIÑO POR EL PAPA Otro
de sus amores, fue el cariño por el Papa, Romano Pontífice, a quien llamaba
"el dulce Cristo en la tierra" (Cartas, III, Ed. italiana de P.
MISCIATELI, Siena 1913, 211) Por
sus escritos, podemos deducir que tenía claridad y valentía para hacerse oír e
interés de dar a conocer con luminosidad la verdad y de influir positivamente
en la opinión pública, respetando la capacidad de entendimiento de cada cual. Santa
Catalina pregonó por todas partes, que hay que dar obediencia y amor al
Romano Pontífice, de quien escribe: "Quien no obedezca a Cristo en la
tierra, el cual está en el lugar de Cristo en el Cielo, no participa del
fruto de la Sangre del Hijo de Dios" (Cartas, III, Ed. italiana de P.
MISCIATELI, Siena 1913, 211) En
aquel tiempo, los Papas vivían en Avignon, Francia. El dialogo de amor de
Santa Catalina con el Señor hizo concebir a la Santa la necesidad de que los
Papas volvieran a la sede romana, es así como ella oró, hizo penitencia,
escribió al Papa, a los Cardenales, a los Obispos, a los sacerdotes, príncipes
cristianos, con un formidable vigor, donde dirigió imperiosos exhortaciones
para la reforma de la Iglesia y la pureza de las costumbres. Ella no omitió palabras
para destacar algunas faltas, pero todo lo expresó con humildad y respeto a
su dignidad, pues son "ministros de la sangre de Cristo" (Cfr.
PABLO VI, Homilía en la proclamación de Santa Catalina como Doctora de la
Iglesia, 4-X-1970). Santa Catalina, se dirigió, principalmente a los pastores
de la Iglesia, quien les expresa fuertes llamadas de atención, convencida de
que de su conversión y ejemplaridad, era una influencia para la salud
espiritual de su rebaño. 4. EL CELO Y EL AMOR A LA IGLESIA DE SANTA CATALINA Fue
una época de tiempos difíciles para la Iglesia, Gregorio XI, quien fue el
último papa de nacionalidad francesa de la historia, fue elegido papa por
unanimidad el 30 de diciembre de 1370, su consagración se retrasó hasta el 5
de enero del año siguiente ya que al no ser sacerdote hubo de tomar las
órdenes previamente. El Papa residía en Avignon, y pasaba con una crisis en
Italia, que no se soluciona porque el Papa Gregorio XI mantenía a los obispos
franceses en territorio italiano y los florentinos, temerosos de que ello
aumente la influencia papal en su zona, incitan numerosas protestas en los
territorios pontificios. El Papa responde poniendo a Florencia bajo un
interdicto, excomulgando a sus habitantes y declarando ilegales sus
posesiones. Las pérdidas económicas de los florentinos hace
que busquen la intermediación de Catalina de Siena, que viajó a Avignon para
entrevistarse con EL Papa Gregorio XI. Santa Catalina no logró reconciliar a
los florentinos con el Papa, pero lo que sí consiguió fue convencer a
Gregorio XI para que regresara a Roma y fijase nuevamente en la Ciudad Eterna
la sede pontificia. El Papa solo estuvo unos meses y regreso a Avignon (enero
a mayo de 1377), pero su intención de unir a la Iglesia hizo que volviera
nuevamente a Roma el 7 de noviembre del mismo año, hasta su muerte el 26 de
marzo de 1378. Con
la elección del sucesor del Papa Gregorio XI, se inicia el cisma que tantas dificultades
y tanto dolor habrían de producir en la Iglesia. Es en ese contexto, que Santa
Catalina hablará y escribirá a Cardenales, Obispos, reyes y príncipes. Todo fue
infructuoso. La santa extenuada y con gran pena, se ofrece a Dios como
víctima por la Iglesia. Santa
Catalina, fue pocos meses ante de morir, enero de 1980, a rezar ante la tumba
de San Pedro en Roma, y allí ella sintió sobre sus hombros el peso inmenso de
la Iglesia, cuatro meses después, el 29 de abril, hacia el mediodía, Dios la
llamaba a su vivir la eternidad en su casa. Desde el lecho de muerte, dirigió
al Señor esta conmovedora plegaria: "¡Oh Dios eterno!, recibe el
sacrificio de mi vida en beneficio de este Cuerpo Místico de la Santa
Iglesia. No tengo otra cosa que dar, sino lo que me has dado a mí" (SANTA
CATALINA DE SIENA, Carta 371, V, 301-302.). Se dice que algunos días antes
había comunicado a su confesor: "Os aseguro que, si muero, la única
causa de mi muerte es el celo y el amor a la Iglesia, que me abrasa y me
consume...". 5. REZAR POR EL PAPA Motivados
por Santa Catalina, hagamos a diario nuestra oración por los pastores de
nuestra Iglesia, y en especial por Papa Francisco, para que el Señor le de
fuerza en sus horas de trabajo, y sepa enfrentar con serenidad y paz, esa
inmensa carga que Dios ha puesto sobre sus hombros. Pidamos también hoy al
Señor, que no falten buenos y honestos colaboradores al "dulce Cristo en
la tierra". Santa
Catalina nos enseñó a expresarnos con claridad y valentía todos aquellos asuntos
que afectan a Iglesia, y el Papa Francisco, está dando ese ejemplo, y él tiene
la obligación de aclarar la verdad, y vemos en cada intervención que es un
hombre que tiene puesta su confianza en Dios, con la misma sencillez y
humildad, desde su primera aparición en el balcón de la Santa Sede. La
fuerza de una Verdad que está por encima de las conductas que llevan a
criticar el carisma que pone el Papa Francisco en sus actividades diarias,
pero lo que a nosotros nos importa, y lo que debemos aprender, es hablar de
las cosas de Dios con naturalidad y sencillez, así como lo hace el Papa
Francisco, con la seguridad que Cristo ha puesto en nuestro corazón el amor a
nuestra Iglesia. "A
Ti recurro, María, te ofrezco mi súplica por la dulce Esposa de Cristo y por
su Vicario en la tierra, a fin de que le sea concedida la luz para regir con
discernimiento y prudencia la Santa Iglesia" (SANTA CATALINA DE SIENA,
Oración XI) Unidos
en la oración Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Publicado en mi
página WEB www.caminando.con-jesus.org
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