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SEÑOR ENSEÑANOS A ORAR

CAPITULO II :

"CUANDO ORÉIS, DECID: PADRE”

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

EVANGELIO Lc 11, 1-4

Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: "Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos." El les dijo: "Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino……..

 

 

1.      “CUANDO ORÉIS, DECID: PADRE,

Como oraba Jesus?, como formaba El su oración?, es una gran misterio para nosotros y ciertamente también lo era para sus discípulos. Hasta que uno de ellos, no sabemos quien, no lo dice el relato, como tampoco dice si estaba al lado de Jesus, pero suponemos que lo estaba contemplando, por como lo narra el evangelio: “estando él orando en cierto lugar, cuando terminó,..”. Otro dato que podemos considerar es que el evangelio dice: “le dijo uno de sus discípulos”, es decir no dice si le preguntaron todos ni tampoco dice si los discípulos enviaron a uno a preguntarle. Entonces podemos pensar que el discípulo sintió algo maravilloso y admirado de su maestro quiso aprender y exento de todo egoísmo le dice: "Señor, enséñanos a orar”, seguramente para compartir la enseñanza del Maestro con los demás.

Buen ejemplo del discípulo, y es de esperar que mucho hombres contemplando al Señor, sientan lo mismo que él y le digan a Jesús: "Señor, enséñanos a orar”

Y el señor les dice: “Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino……

Las circunstancias de esta enseñanza es distinta a la de Mateo, asunto que trataremos más adelante. Lo significativo por ahora es la gran importancia de esta oración.

En su primera parte, la oración se centra en Dios Padre, en su Nombre, lo situamos en el Cielo y hablamos de su Reino.

2.      EL CONCEPTO DE PATERNIDAD DIVINA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

En el Antiguo Testamento, nos muestra un concepto elevadísimo de paternidad divina, que define la relación que quiso tener Dios con su pueblo,

El hijo honra a su padre y el servidor teme a su señor. Pero si yo soy Padre, ¿dónde está mi honor? si soy Señor, ¿dónde está mi temor?, les dice el Señor de los ejércitos, a ustedes, sacerdotes, que desprecian mi Nombre. Y ustedes dicen: "¿En qué hemos despreciado tu Nombre?". (Malaquías 1, 6)

¿Así le pagas al Señor, pueblo necio e insensato?¿Acaso él no es tu padre y tu creador, el que te hizo y te afianzó? (Dt, 32,6)

Como un padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles; (Sal 103, 13)

3.      COMO COMENZAR LA ORACION

Generalmente cuando hacemos una oración, comenzamos por una mínima alabanza y rápidamente pensamos en nosotros y nuestras dificultades. Luego continuamos con todas las peticiones que se nos vienen a la mente, y hacemos una larga lista de suplicas, todas ellas relacionadas con nuestras dificultades y problemas. A veces hasta nos llega a deprimir el orar por tantas privaciones que nos aquejan o terminamos frustrados porque estamos repitiendo antiguas peticiones que consideramos no cumplidas.

Entonces Jesús, sabiendo como orar a Dios, nos enseña cual es la forma correcta, diciendo: "Cuando oréis, decid: Padre...”. Con esto, toda oración debe comenzar por Dios como Padre, confiados en que El tiene tanto amor por nosotros que solo quiere darnos. Este Padre, es Dios y tenemos que comprender a quien nos dirigimos sin olvidar que el sabe mucho de nosotros y nuestra necesidades, por tanto al dirigirnos a El, confiemos que nos dará lo mejor y entregará su Paz, es así,  como no debemos apresuremos en decirle muchas cosas. Tampoco debemos pensar que en este dialogo con el Padre, es para hablar acerca de El, o para criticarle por que no se han solucionado nuestras dificultades o hacer un dialogo teológico con El.  Ni menos pensar que le estamos pidiendo al Padre una limosna o lo que sobre para nosotros. De ahí la importancia de comenzar con: “Padre”, que tiene corazón de Padre, deseoso de regalar amor, el amor que todo hijo necesita de un Padre, que tiene grandeza de Padre, fortaleza de Padre y que espera que sus hijos acudan a El.

4.      COMO DIRIGIRNOS A DIOS PADRE

Oímos a veces a personas que dirigen su oración de este modo: “ruego al Todopoderoso” o “le pido al Creador”. Nosotros sus hijos, nos dirigimos a El como Padre, por que así nos enseño nuestro hermano Jesus. Es además un reconocimiento de nuestra naturaleza y de nuestras raíces.

Es significativo tener disposición de oírle, con sencillez, con gran sinceridad y mucho reconocimiento hacia El. Si bien es cierto que ya estamos acostumbrados a dirigirnos a Dios como algo muy nuestro, no es menos cierto que debemos considerar la reverencia y el respeto. Si nos fijamos en la liturgia, el sacerdote dice al introducirnos a la oración: Nos atrevemos a decir: Padre Nuestro. En la liturgia de rito oriental el celebrante dice: Dígnate, Oh Señor concedernos que gozosos y sin temeridad, nos atrevemos a invocarte, a Ti Dios celestial  como Padre y digamos: Padre nuestro…

5.      PADRE, EN CRISTO JESUS

Cristo Jesus, nos ha invitado a expresarnos así mismo delante de Dios, reconociendo nuestra identidad de “criatura nueva en Cristo Jesus”

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. (Ef 1, 3-6

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!.El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es. (1 Jn 3, 1-2)

Los que llaman Padre a Dios, comienzan en su oración presentándose a Dios tal como Dios lo ha creado para si en Cristo Jesus. Sea esta la forma de orar para que todo lo demás sea un reflejo de esa actitud de hijo de Dios, que eleva su oración al Padre de su Hermano Primogénito, como ansia que la gracia del Evangelio se convierta en el, voz de deseo y humilde suplica.

6.      UN PADRE CERCANO, QUE ES AMOR

Hay algunos conceptos que hablan de Dios como una fuente extraña de energía, y hablan solo de Dios como si fuera de una enigmática naturaleza. Jesús nos dijo: “nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. (Mt, 11,27). Jesús nos revelo un Padre que no es impersonal, ni menos lejano, al contrario, cercano a nuestras dificultades, conocedor de nuestros padecimientos. Cristo nos enseño un Padre que escucha y que en todo momento esta animado por su amor para entregarlo a sus hijos, y nos ha enseñado que podemos esperar una respuesta de El. Es así, que no solo creemos en Dios como Padre, tenemos Fe en El,  es Padre de nuestras esperanzas, es un Padre que es amor.

7.      DEUS CARITAS EST

“Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él” (1 Jn 4, 16). Estas palabras de la Primera carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (Deus Caritas Est del Sumo Pontífice Benedicto XVI)

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

ALGUNAS SANTAS OPINIONES

"PADRE"

CATENA AUREA

 

San Gregorio Niceno: El principio de todas las buenas obras está, pues, en glorificar el nombre de Dios en esta vida. Por esto añade: "Santificado sea el tu nombre". Porque ¿quién es tan insensato que, viendo una vida pura en los que creen, no glorifica el nombre invocado en esa vida? Por tanto, el que dice en la oración: Sea santificado en mí tu nombre que invoco, ora de esta manera: Justifíqueme yo con tu auxilio absteniéndome de todo lo malo.

Crisóstomo: Así como el que observa la hermosura del cielo, dice: Gloria a ti, Señor; así también cuando se observa la virtud de alguno, glorifica a Dios, porque la virtud del hombre lo glorifica mucho más que el cielo.

San Agustín: También se dice: "Santificado sea tu nombre", esto es, en nosotros, para que su santificación pueda venir a nosotros.

Tito Bostrense: Santificado sea tu nombre, esto es, sea conocida tu santidad en todo el mundo, y te alaba dignamente, porque alabarte es de justos (Ps 32,1) Mandó, pues, orar por la santificación de todo el mundo.

San Cirilo: Porque entre aquellos que todavía no conocen la fe, es menospreciado el nombre de Dios; pero cuando brille sobre ellos la luz de la verdad, confesarán que El es el santo de los santos.

Tito Bostrense: Y como la gloria de Dios Padre está en el nombre de Jesús, entonces, cuando sea conocido Jesucristo, será santificado el nombre del Padre.

Orígenes: O también como los idólatras o los infieles dan el nombre de Dios a las plantas y a las criaturas, todavía no ha sido santificado; para que sea separado de aquellos ídolos con que está confundido.

 

LO QUE NOS ENSEÑA EL CATECISMO CATOLICO

SOBRE EL PADRE NUESTRO

(CIC 2786 AL 2796)

PADRE NUESTRO

Padre "Nuestro" se refiere a Dios. Este adjetivo, por nuestra parte, no expresa una posesión, sino una relación totalmente nueva con Dios.

Cuando decimos Padre "nuestro", reconocemos ante todo que todas sus promesas de amor anunciadas por los Profetas se han cumplido en la nueva y eterna Alianza en Cristo: hemos llegado a ser "su Pueblo" y El es desde ahora en adelante "nuestro Dios". Esta relación nueva es una pertenencia mutua dada gratuitamente: por amor y fidelidad (cf Os 2, 21-22; 6, 1-6) tenemos que responder "a la gracia y a la verdad que nos han sido dadas en Jesucristo (Jn 1, 17).

Como la Oración del Señor es la de su Pueblo en los "últimos tiempos", ese "nuestro" expresa también la certeza de nuestra esperanza en la última promesa de Dios: en la nueva Jerusalén dirá al vencedor: "Yo seré su Dios y él será mi hijo" (Ap 21, 7).

Al decir Padre "nuestro", es al Padre de nuestro Señor Jesucristo a quien nos dirigimos personalmente. No dividimos la divinidad, ya que el Padre es su "fuente y origen", sino confesamos que eternamente el Hijo es engendrado por El y que de El procede el Espíritu Santo. No confundimos de ninguna manera las personas, ya que confesamos que nuestra comunión es con el Padre y su Hijo, Jesucristo, en su único Espíritu Santo. La Santísima Trinidad es consubstancial e indivisible. Cuando oramos al Padre, le adoramos y le glorificamos con el Hijo y el Espíritu Santo.

Gramaticalmente, "nuestro" califica una realidad común a varios. No hay más que un solo Dios y es reconocido Padre por aquellos que, por la fe en su Hijo único, han renacido de El por el agua y por el Espíritu (cf 1 Jn 5, 1; Jn 3, 5). La Iglesia es esta nueva comunión de Dios y de los hombres: unida con el Hijo único hecho "el primogénito de una multitud de hermanos" (Rm 8, 29) se encuentra en comunión con un solo y mismo Padre, en un solo y mismo Espíritu (cf Ef 4, 4-6). Al decir Padre "nuestro", la oración de cada bautizado se hace en esta comunión: "La multitud de creyentes no tenía más que un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32).

Por eso, a pesar de las divisiones entre los cristianos, la oración al Padre "nuestro" continúa siendo un bien común y un llamamiento apremiante para todos los bautizados. En comunión con Cristo por la fe y el Bautismo, los cristianos deben participar en la oración de Jesús por la unidad de sus discípulos (cf UR 8; 22).

Por último, si recitamos en verdad el "Padre Nuestro", salimos del individualismo, porque de él nos libera el Amor que recibimos. El adjetivo "nuestro" al comienzo de la Oración del Señor, así como el "nosotros" de las cuatro últimas peticiones no es exclusivo de nadie. Para que se diga en verdad (cf Mt 5, 23-24; 6, 14-16), debemos superar nuestras divisiones y los conflictos entre nosotros.

Los bautizados no pueden rezar al Padre "nuestro" sin llevar con ellos ante El todos aquellos por los que el Padre ha entregado a su Hijo amado. El amor de Dios no tiene fronteras, nuestra oración tampoco debe tenerla (cf. NA 5). Orar a "nuestro" Padre nos abre a dimensiones de su Amor manifestado en Cristo: orar con todos los hombres y por todos los que no le conocen aún para que "estén reunidos en la unidad" (Jn 11, 52). Esta solicitud divina por todos los hombres y por toda la creación ha animado a todos los grandes orantes.

RESUMEN

La confianza sencilla y fiel, la seguridad humilde y alegre son las disposiciones propias del que reza el "Padre Nuestro".

Podemos invocar a Dios como "Padre" porque nos lo ha revelado el Hijo de Dios hecho hombre, en quien, por el Bautismo, somos incorporados y adoptados como hijos de Dios.

La oración del Señor nos pone en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Al mismo tiempo, nos revela a nosotros mismos. (cf GS 22,1).

Orar al Padre debe hacer crecer en nosotros la voluntad de asemejarnos a él, así como debe fortalecer un corazón humilde y confiado.

Al decir Padre "Nuestro", invocamos la nueva Alianza en Jesucristo, la comunión con la Santísima Trinidad y la caridad divina que se extiende por medio de la Iglesia a lo largo del mundo.

 

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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

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