EL MAESTRO JESUS

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Comentarios, Estudios y Reflexiones del Evangelio Contemplado

 

 

CAPITULO LXIV

La Ascensión Lc  24:50-53 (Mc 16:19-20; Act 1:9-12).

50 Los llevó hasta cerca de Betania, y, levantando sus manos, les bendijo, 51 y mientras los bendecía, se alejaba de ellos y era elevado al cielo. 52 Ellos se postraron ante El y se volvieron a Jerusalén con grande gozo. 53 Y estaban de continuo en el templo bendiciendo a Dios.

COMENTARIO

Así es, como Jesús lleva un día a los apóstoles hacia Betania, en el monte de los Olivos (Act). La tradición señala un lugar en la cima del monte de los Olivos como lugar de la ascensión. En su ascensión, Cristo, “levantando sus brazos” al modo de los sacerdotes en el templo, “los bendecía”    Ellos “se postraron” ante El. Era el acto de acatamiento ante la majestad de Cristo, que así subía a los cielos. Cuando, ante la pesca milagrosa (Lc 5:8ss), Pedro, admirado, “se postró” a los pies de Jesús, diciéndole que se apartase de él porque era pecador, ahora era la reacción espontánea ante Cristo subiendo a los cielos.

Volvieron a Jerusalén. Se comprende el “gozo” de ellos al ver este término apoteósico del Cristo crucificado. Lc, que comienza su evangelio en el templo con el oficio sacerdotal de Zacarías, lo termina igualmente en el templo con la asidua oración de los apóstoles, indicado de esta forma, que con una gran frecuencia asistían a los actos de culto en el templo. El cristianismo no rompió con ciertas prácticas judaicas. El templo era el lugar de la oración, y allí, siguiendo el plan de Dios, asistían asiduamente, preparándose para la recepción del Espíritu Santo prometido. Ya se espera el nuevo culto en el antiguo templo. El “gozo” es tema característico de Lc. Hoy nos agrada mucho celebrar esta fiesta de la Ascensión del Señor, ella no invita a pensar en una nueva realidad, El Cristo al cual seguimos, por el cual todo lo queremos dar, nos espera allí a donde se elevo, en el Cielo. Es cierto que amamos esta vida terrenal, tan cierto es que nos cuidamos en la salud y procuramos tanto para nosotros como para nuestros hermanos el bienestar, pero más nos pone felices el saber que después de vivir esta breve vida terrena, tenemos un hermoso sitio donde vivir eternamente y en le gozo celestial.

Dios quiere que mientras permanezcamos en la tierra, vivamos felices, gozosos, preparándonos constantemente para es felicidad que nos va  a colmar al extremo. Esta preparación constante, es vivir como esta enseñado en los Evangelios, como Jesucristo nos ha indicado en cada uno de ellos, aprendiendo a ser manso y humilde, a tener una inclinación natural a la bondad, siendo compasivo, misericordioso, amando  al prójimo, buscando la puerta estrecha, es decir no ir por el lado fácil y cómodo, no ser partidario de las falsedades ni de las hipocresías, sin condenar al pecador y si ayudándolo a conocer la búsqueda de la gracia.

Cuando Jesús se sentó a comer con los Publicanos y Pecadores, no enseñó que la salvación es para todos y se salva quien es capaz de sentarse con todos sin ningún tipo de discriminación, cuando se enfrento a El la mujer adúltera, nos enseñó que nadie esta condenado a morir por pecar, y lo que debemos hacer para salvarnos es la conversión y no pecar más, al calmar la tormenta nos mostró que cuando tenemos temor, el esta para sacarnos del peligro, como del mismo modo nos enseño a orar por nuestra necesidades y si nos equivocamos, nos mostró que si enmendamos el rumbo, seremos acogido amorosamente por nuestro padre.

Cristo nos espera, hagamos una vida en constante preparación para el reencuentro,  viviendo como hijos buenos y haciendo el Bien, orando permanentemente, con alma contemplativa para tratar en todo momento con quien tanto nos ama.

 

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Octubre de 2005

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