PREAMBULO
Su
Santidad Benedicto XVI, en el mes de mayo de 2006, recordaba a los
Superiores Mayores de las órdenes y congregaciones religiosas que “la
vida consagrada experimenta hoy la insidia de la mediocridad, del
aburguesamiento y de la mentalidad consumista”. Y añadía:
“Pertenecer
totalmente a Cristo quiere decir arder con su amor incandescente, quedar
transformados por el esplendor de su belleza”
La Madre
María de la Concepción de San Jaime y Santa Teresa, que vivió setenta
años en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Palma de Mallorca
(1928- 1999), me parece un modelo acabado de esta orientación del Papa
para nuestro tiempo, un estímulo para todos, una nueva luz para los
religiosos y para la Iglesia, en el octavo aniversario de su muerte. He aquf una prueba, más allá que de una vida virtuosa,
de la vivencia del amor de Cristo y el amor a Cristo, y con él al
prójimo.
Su
programa monacal ha sido hacer siempre su voluntad, pues no era otra que
hacer siempre la de Dios, y su método el vivir guardando la regla y
constituciones del Carmelo, con esfuerzo progresivo, “sin mitigación
hasta la muerte”
Es
cierto que su vivencia carmelitana ha conmovido a no pocas personas, de
dentro y fuera del claustro. Pero además, como Priora y Madre Maestra, su
potestad de enseñar ha supuesto un constante compromiso para la
comunidad, siendo genuina servidora del Evangelio y fiel garantía para
las Carmelitas Descalzas.
En el
octavo aniversario de muerte,
Madrid
1 de marzo de 2007.
FRANCISCO,
CARD. ALVAREZ MÁRTINEZ
Arzobispo Emérito de Toledo
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