“Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
cantaré todas tus maravillas” (Salmos 9,2) Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. LA GRATITUD
La
gratitud es, en pocas palabras, aquella virtud que nos llama a reconocer y recompensar de algún modo a la
persona que con generosidad nos ha dado un beneficio, una noticia agradable,
un buen momento de nuestra vida. El
amigo o cualquier persona que con generosidad, al darnos gratuitamente alguna
cosa, habiéndosela pedido o no, y en algunos casos sin ningún derecho, se hace
merecedor de nuestra gratitud. Este gesto de agradecimiento, es algo que a mí
modo de ver, nace en el corazón y sale naturalmente esa necesidad de
demostrarlo. Quien no lo hace, comete el mayor de los pecados, y este es la
ingratitud. En
efecto, la gratitud consiste en el ánimo agradecido que experimentamos, que
puede llegar a ser incluso, más importante que el beneficio recibido y esto
se puede apreciar muy bien en las personas que poco o nada tienen, que cuando
reciben algo explotan en sensibles instantes de emoción o las lágrimas, en
especial cuando no le es posible retribuir con algo material el beneficio
recibido. La
gratitud, tiene su origen en el beneficio recibido. El beneficio muchas veces
es por algún servicio, en otra ocasiones puede ser por un regalo y así como a
nosotros nos dan, nosotros ofrecemos gratuitamente a alguien una muestra de
reconocimiento por la generosidad que se ha tenido con nosotros. Ahora
bien, sabemos que no todo los regalos que nos dan puede ser útiles para
nuestra buena vida, por tanto lo que rigorosamente debemos agradecer, es lo
que es bueno para nosotros, por ejemplo, un regalo que te invita a realizar
algo fuera de la moral o del recto camino, es dañino y quien ayuda a otro a
cometer falta y pecar no merece gratitud alguna, porque el regalo o servicio
recibido no produce beneficio alguno, sino más bien un gran daño. Y
es necesario, hacer el favor de agradecer con generosidad y sin premios extraordinarios o sobornos hacia él
que recibe nuestra gratitud, porque no está bien, que sea obligatorio
compensar con actitudes o dadivas por pura vanidad, o por pagos con intención
de cohecho, en ese sentido, ya no sería reconocimiento y gratitud por el
beneficio recibido. Por
lo general, la gente agradecida, tiene hábito natural de la gratitud, es algo
que se lleva en el corazón, de ahí nace esta inclinación honesta a agradecer
los beneficios recibidos. Hay
muchas circunstancias de carácter moral de mostrarse agradecido, por ejemplo,
si nos devuelven un dinero o algo valioso perdido y sin interés del que lo
devuelve, estos gestos son extraordinarios, porque él que devuelve algo que ha hallado, se ha
puesto en el lugar de su prójimo. Del mismo modo, me parece que también en
algunos casos es necesario recibir actos de gratitud para no perder el
entusiasmo de la generosidad, por ejemplo hicimos muchas cosas para devolver
algo si valor material a alguien que no conocíamos y cuando lo hicimos, ni
siquiera nos dan la mano. Esto como seres humanos, no debilita y nos
descorazona, pero lo peor es que desanima a los testigos a seguir su ejemplo.
Dice el Señor a uno que le pedía seguirle: “Vuelve a tu casa y cuenta todo lo
que Dios ha hecho contigo. Y fue por toda la ciudad proclamando todo lo que
Jesús había hecho con él”. (Lucas 8, 35) 2.
RECONOCER En
el fondo de todo, la gratitud se funda en la virtud especial de reconocer que se nos ayuda, como en el caso que
recibimos algo de cierta persona que nada o poco tiene, ¿cómo no ser
agradecido?, por ejemplo la viuda que miraba Jesús: “Pues todos han echado de
los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo
cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir”. (Marcos 12,42). Otros
actos de gratitud, que nos conmueven el reconocimiento, es cuando recibimos
algo de nuestros padres, donde sabemos que se hace por amor a los hijos.
También damos muestra de gratitud, a los beneficios que recibimos de Dios,
supremo benefactor nuestro y se los agradecemos propiamente por la virtud de
la religión. En este último caso, la estructura del agradecimiento se abre con una invitación al
reconocimiento de la bondad divina. “Bueno es dar gracias al Señor, y cantar
a tu nombre, Altísimo”. (Salmos 92,2) La
gratitud, trae consigo reconocer lo que se ha recibido, por consiguiente dar
las gracias, y luego recompensar
conforme a las posibilidades que se tengan y en el momento oportuno.
“No sea tu mano abierta para recibir, y cerrada para dar”. (Eclesiástico
4,31).Todo esto, debemos hacerlo de tal modo, que evitemos causar en la
persona bienhechora que nos importa no estar en deuda con él y como que es
necesario rendirle tributo por un excesivo tiempo. Esto es necesario, porque
muchos dan, sin esperar nada a cambio. Dice el Señor: “haced el bien, y
prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis
hijos del Altísimo” (Lucas 6,35) 3.
DAR LAS GRACIAS Ciertamente,
a lo mucho o poco que nos den, está implícita una invitación a estar
agradecido, tanto al benefactor como a Dios por este hecho. La gratitud en
los que recibimos, pasa a ser la gracia del generoso que regala, por tanto, a
mayor favor, se demanda mayor gratitud y a mayor generosidad, se reconoce
mayor amor a Dios. Una pequeña limosna, es muchas veces un gran regalo para
el que la recibe, pero también para el que la da con un corazón compasivo y
fraternal. “Gratis
lo recibisteis; dadlo gratis”. (Mateo
10, 8) Gracia es lo que se da o se recibe gratuitamente, y esta puede ser
mayor o por la cantidad del bien
donado o porque se ha recibido de Dios un regalo mayor.
En ambos casos, estamos obligados a mayor gratitud a Dios, porque nos ha dado
un corazón abierto y generoso que nos permite dar más y el caso de lo que
recibimos de Dios, mayor es nuestra gratitud, ya que conforme a sabernos
indignos frente al Señor, él nos da su misericordia y perdón. En
cualquier caso, dar las gracias cuando corresponde, es un gesto de
nobleza y muy humano que habla bien de
la persona que lo hace. Por tanto, debemos ser siempre agradecidos. El mismo
Jesús, se extrañó cuando curó a 10 leprosos y solo uno regresó a darles las
gracias, entonces Jesús pregunto: "¿No quedaron limpios los diez? Los
otros nueve, ¿dónde están?” (Lucas 17,17) Un
anónimo expresa: "Me gustaría agradecértelo de todo corazón, pero para
tí, mi querido amigo, mi corazón no tiene fondo." Y el filoso romano
Séneca expresa: "Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar
un hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a no ser un ingrato." Con
todo, debemos cuidarnos de mostrarnos agradecido cuando se nos da algo para
una mala acción, o de devolver con algún obsequio el favor que nos han hecho
con el único fin de quedar rápidamente libres de compromiso. 4.
RECOMPENSAR “Regula lo que das, según la abundancia de
tus bienes. Si tienes poco, da conforme a ese poco, pero nunca temas dar,
porque así te atesoras una buena reserva para el día de la necesidad”. (Cfr. Tobías 4, 8-9) Nos
preguntamos si es necesario recompensar o recibir recompensa frente a ciertos
beneficios y esta respuesta la debemos obtener en conciencia, en un dialogo
interior sobre lo que hemos realizado o lo recibido, por ejemplo sobre un
problema legal que se ha conmutado, al respecto, el sabio nos responde: “Los
justos, en cambio, viven eternamente; en el Señor está su recompensa, (Sabiduría 5, 15). Me
parece, que la mayor recompensa está en la amistad, y que esta sea
desinteresada, en especial, si somos capaces de dar como de recibir sin un
interés en particular de por medio. Por tanto, la recompensa, debe compensar
más por el afecto que se tiene por el bienhechor que por el valor del
beneficio que se recibe. Más amor
tiene el efecto de dar, que los que se da, y son muy válidas las pequeñas
cosas dadas con amor, que las grandes cosas para quedar bien. Ciertamente
la recompensa de un favor tiene en cuenta la voluntad de la persona que da,
por eso, es digno de halago y reconocimiento el que da sin que se lo pidan y
gratuitamente, en especial si es un beneficio al cual no estaba obligado y no
espera a cambio una recompensa menos o por igual a lo que dio. En todo caso,
nuestra recompensa, debe ser siempre dentro de nuestras posibilidades. ¡Demos gracias al
Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! (Salmos 118, 1) El
Señor nos ayude y nos bendiga Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant Fuentes
y Bibliografía: Textos Bíblicos de la Biblia de Jerusalén Lectura reflexión del Libro Teología Moral
Para Seglares, A. Royo Marín. Temas sobre Moral de, www.caminando-con-jesus.org Otro artículo relacionado: MUCHAS
GRACIAS A TODOS, EL SEÑOR LES BENDIGA SIEMPRE Publicado en mi
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