Foto con el Padre Pedro Nuñez en el
estudio de EWTN con amigos misioneros de EWTN, Birmingham, USA Laicos y Sacerdotes, como
relacionarnos Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1. SOBRE
COMO DEBEN SER NUESTRAS RELACIONES MUTUAS
He oído diversos comentarios a los
Sacerdotes sobre cómo le gusta ver a
los laicos, y demasiadas reflexiones sobre como a los laicos les gusta ver a
los sacerdotes. Dicen que cuando a San Alberto Hurtado se le presentaba un
dilema, se preguntaba qué haría Cristo
en mi lugar. En mi posición de laico y seglar, en este
artículo me voy a referir esencialmente a como pienso que deben ser nuestras
relaciones con los hermanos sacerdotes según la visión y comentario que
durante muchos años he estado escuchando a mi hermanos de fe. No quiero caer en la crítica ni en la
sátira vulgar que morbosamente llevan algunas persona al hablar de este tema,
tengo gran admiración y respeto por la actividad sacerdotal, aun, sabiendo
que tengo conocimiento de que algunos pocos sacerdotes, debieran ser honestos
con el Señor y luego con sus fieles, y cambiar de actitud o actividad para no
seguir dañado a la Santa Iglesia y a sus hijos. Mi tema es proponer en este
comentario a sacerdotes y laicos, una actividad de entendimiento en común, que permita reflexionar acerca de
cómo deben ser nuestras relaciones mutuas, siempre con la idea de mejorarlas
en favor de la hermosa misión eclesial, que nace de la misa
recomendación que nos ha encargado
nuestro Señor Jesucristo. Me encantaría que de algún modo, que
nosotros los fieles laicos estuviéramos siempre en disposición de oír y luego
utilizar la doctrina que nos propone la Iglesia sobre cómo deben ser
habitualmente las relaciones entre laicos y sacerdotes, en comunión, y como
parte de un único Pueblo de Dios. Del
mismo modo, me encantaría que los sacerdotes buscaran en forma permanente
perfeccionar su trato y colaboración, en una relación cordial y con sus
hermanos laicos, con los cuales deben estar dispuestos a compartir la misión
para la cual se ha formado. 2. NUESTRO
MODELO DE SACERDOTE
Si hiciésemos una lista para conocer cuál
sería, humanamente hablando, nuestro
modelo de sacerdote, yo me quedo con la propuesta de nuestro Papa Emérito
Benedicto XVI, el cual propuso a los
sacerdotes el modelo de san Juan María
Vianney, el santo cura de Ars. “El Sacerdocio es el amor del corazón de
Jesús”, repetía con frecuencia el Santo Cura de Ars. Tuve la gran Bondad
del Señor, que me permitiera llegar a una visita y retiro hasta donde fue su
casa y su parroquia en Ars, Francia en el año 2008 y de ese modo empaparme de
su vida. En la carta que el Papa Emérito Benedicto
XVI para la convocación de un año
sacerdotal con ocasión del 150
aniversario del nacimiento del Santo
Cura de Ars, nos expresa que este Santo Cura también supo “hacerse presente”
en todo el territorio de su parroquia: visitaba sistemáticamente a los
enfermos y a las familias; organizaba misiones populares y fiestas
patronales; recogía y administraba dinero para sus obras de caridad y para
las misiones; adornaba la iglesia y la dotaba de paramentos sacerdotales; se
ocupaba de las niñas huérfanas de la “Providence” (un Instituto que fundó) y
de sus formadoras; se interesaba por la educación de los niños; fundaba
hermandades y llamaba a los laicos a colaborar con él. También nos expresa el Papa Emérito: “Su
ejemplo me lleva a poner de relieve los ámbitos de colaboración en los que se
debe dar cada vez más cabida a los laicos, con los que los presbíteros forman
un único pueblo sacerdotal”. En este contexto, añadió el Papa Emérito
Benedicto XVI, hay que tener en cuenta
la encarecida recomendación del Concilio Vaticano II a los presbíteros de:
“reconocer sinceramente y promover la dignidad de los laicos y la función que
tienen como propia en la misión de la Iglesia. Deben escuchar de buena gana a
los laicos, teniendo fraternalmente en cuenta sus deseos y reconociendo su
experiencia y competencia en los diversos campos de la actividad humana, para
poder junto con ellos reconocer los signos de los tiempos” 3. LOS
SACERDOTES EN MEDIO DE SUS HERMANOS, NUNCA SEPARADOS
Ciertamente que he oído opiniones sobre que
el modo de ser de los sacerdotes no nos incumbe a los laicos, para mí y muchos fieles es un punto de
vista errado ya que no hay nada en la semejanza ni en la misión del sacerdote
que no sea concerniente por completo a sus hermanos, y al respecto, no hay
que olvidar que la misión del
sacerdote, junto con toda nuestra Iglesia, es ir por el mundo anunciado el
Evangelio a la toda la humanidad, este el encargo que nos dejó nuestro Señor
Jesucristo. “Id por todo el mundo y
proclamad la Buena Nueva a toda la creación”.
(Marcos 16,15). Nos dice Lumen Gentium, (N°. 10): “El
sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico se
ordena el uno para el otro, aunque cada cual participa de forma peculiar del
sacerdocio de Cristo. Su diferencia es esencial no solo gradual. Porque el
sacerdocio ministerial, en virtud de la sagrada potestad que posee, modela y
dirige al pueblo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarístico ofreciéndolo a
Dios en nombre de todo el pueblo: los fieles, en cambio, en virtud del
sacerdocio real, participan en la oblación de la eucaristía, en la oración y
acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la abnegación y
caridad operante.” Esto es, que el
sacerdocio de los sacerdotes está para el servicio del sacerdocio de todos
los cristianos. Es así, como pensamos que la disposición
sacerdotal, por sobre cualquier cosa, debe estar para que se viva en medio de
sus hermanos, y nunca separados ni extraños a sus vidas, es decir ser parte
de la vida de sus hermanos, respetando la propia individualidad de cada cual.
Y
por nuestra parte, como laicos, ser conscientes y agradecidos con ellos y no
dejar de agradecer al Señor toda la disposición que los sacerdotes nos
muestran para amar a Dios y en Dios a nuestros hermanos, por tanto, esto nos
obliga de algún modo fortalecer la comunión con ellos, en una relación
cercana, teniendo siempre en mente que juntos edificamos comunidad del Reino de Dios en nuestro mundo. 4. SERVIR
Y DAR SU VIDA EN REDENCIÓN DE MUCHOS
El “Trato de los presbíteros con los seglares”, del decreto Presbyterorum
Ordinis Es decir, a la Iglesia siempre le ha
preocupado señalar que los sacerdotes tengan una especial actitud de
atención, escucha y estimación por los diversos carismas de los laicos, por
tanto, se busca que los sacerdotes sean servidores de la unidad entre ellos y
los laicos. Todos, sin diferencia estamos llamados a extender el Reino de
Dios y para que ello se cumpla, es un fin común ejercitarse en coordinar recíprocamente nuestras
voluntades. Ciertamente, hay una pauta que debemos emplear siempre, esto es,
encaminar que las relaciones entre nosotros laicos y sacerdotes no sean
tensas y sin entendimiento, para lo cual, es bueno que siempre haya entre
todos mucho dialogo, en el cual se acreciente el aprecio recíproco, de buen
entendimiento y colaboración solidaria, donde haya siempre un trato de
caridad y entrega. 5. TODOS
SOMOS IMPORTANTES, TODOS TENEMOS UN SIGNIFICATIVO PAPEL EN LA MISON
Cada uno de nosotros, tenemos un
significativo papel en la misión de nuestra Iglesia, los carismas distintos
son buenos, por tanto es humano y caritativo buscar siempre el dialogo
fraternal, respetuoso y armonioso para
realizar bien nuestra tarea. Es así como a los sacerdotes, en el “Trato de
los presbíteros con los seglares” se les pide; “Piensen, por fin, los
presbíteros que están puestos en medio de los seglares para conducirlos a
todos a la unidad de la caridad.” “Deben, por consiguiente, los presbíteros
asociar las diversas inclinaciones de forma que nadie se sienta extraño en la
comunidad de los fieles.” Al reflexionar el Decreto Presbyterorum Ordinis sobre el Ministerio y la Vida de los
Presbíteros, nos damos cuenta que es considerable lo que se solicita y se
espera de los sacerdotes, es decir, ellos tienen la vara muy alta, por cuanto
a nosotros los laicos en unidad de oración con los sacerdotes, debemos pedir
ayuda a Dios para que los sacerdotes
puedan entregarnos lo que requerimos de ellos, por tanto, no dejemos de rezar
por nuestros sacerdotes, apreciar sus carismas, corresponder sus trabajos,
hacerles sentir que nos están solos y hacer cuanto esté a nuestro alcance
para apoyarlos en su misión. Es así, como también nos lo señala el mismo
Decreto al cual ya me he referido: “Los fieles cristianos, por su parte, han
de sentirse obligados para con sus presbíteros, y por ello han de profesarles
un amor filial, como a sus padres y pastores; y al mismo tiempo, siendo
partícipes de sus desvelos, ayuden a sus presbíteros cuanto puedan con su
oración y su trabajo, para que éstos logren superar convenientemente sus
dificultades y cumplir con más provecho sus funciones” 6.
Oración “Ven,
oh Espíritu Santo, y da a los ministros del pueblo de Dios un corazón grande, abierto a tu silenciosa y
potente Palabra inspiradora; cerrado a
toda ambición mezquina, a toda miserable
apetencia humana; impregnado totalmente del sentido de la Santa Iglesia; un corazón grande, deseoso
únicamente de igualarse al del Señor
Jesús, y capaz de contener dentro de si las proporciones de la Iglesia, las dimensiones del mundo; grande
y fuerte para amar a todos, para
servir a todos, para sufrir por todos; grande y fuerte para superar cualquier tentación,
dificultad, hastío, cansancio, desilusión,
ofensa; un corazón grande, fuerte, constante, si es necesario hasta el sacrificio, feliz
solamente de palpitar con el Corazón
de Cristo y de cumplir con humildad, fidelidad y valentía la voluntad divina”. Amén. (Pablo VI) Unidos en la oración El Señor nos bendiga. Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Publicado en mi
página WEB www.caminando.con-jesus.org
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FIELES A LOS SACERDOTES |
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