“Manso y humilde de corazón”

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds

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INVITACIÓN A VENIR A JESUS

“Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.    (Mateo 11,29)

Estas palabra de Jesús, no dejan a ninguna persona indiferente, son verdaderamente muy impactante, incluso, a mas de alguien les produce una tremenda carga en su andar tras de Jesús, y talvez para otros sean un deseo dulce de poder cumplir.

Mateo nos trae estas palabras de Jesús, que nos hablan sobre la mansedumbre y la humildad de Dios, donde Cristo nos hace una invitación a “todos” los que trabajan “con cansancio” y están “cargados.”

ALIVIADOS CONTRA EL FARISEÍSMO, SUS PRÁCTICAS

Jesús pone estas palabras para ser aliviados contra el fariseísmo, sus prácticas y leyes, ya que estos religiosos tenían una doctrina “formulista” e “insoportable” por sus infinitos preceptos y una minuciosa reglamentación asfixiante, como se expone en el siguiente pasaje de Lucas: “Pero, ¡ay de vosotros, los fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin omitir aquello. ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude en las plazas! ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo!........ ¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!” (Lucas 11:42-46).

El judío estaba envuelto en 613 prescripciones del código mosaico, reforzadas de tradiciones sin número; la vida del fariseo era una intolerable servidumbre. El temor de caer en ellas paralizaba el espíritu y anulaba el sentido superior de la moral natural. Toda la religión degeneraba en un formalismo mezquino. Es así como a los que; Están “fatigados” y “cargados” de toda esa seca e insoportable reglamentación. A todos ésos les dice que “vengan a mi”, porque con su doctrina de amor, les “aliviará,” y les dará un descanso “restaurador”.

HALLAR DESCANSO PARA EL ALMA

Por tanto, frente al hastío, al cansancio, al aburrimiento de tantas exigencias, Cristo les invita a tomar “su yugo”, aprendiendo de El: “aprended de mí”, es decir entrar en su escuela, dejarse instruir por El y no da una importante razón; “que soy manso y humilde de corazón”. El corazón es la fortaleza de los afectos y conducta. Tal es la actitud del espíritu de Cristo. A la mansedumbre se opone la ira, el ser áspero; a la humildad, la soberbia. Sabemos que el magisterio de estos religiosos llamados fariseos y doctores de la Ley era soberbio y buscaban con ello la gloria unos de otros: “¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?” (Juan 5:44). De ahí, fácilmente, el tono áspero e iracundo contra todo el que no se sometiera a sus lecciones. Prueba de ello es su odio a Cristo. Más todo lo opuesto es el magisterio de Él.

Jesús, nos promete a los que sigan sus enseñanzas y tomen su yugo; “hallaréis descanso para vuestras almas.” Porque no sólo su “yugo es blando” y su “carga ligera,” sino que da vida abundante; “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. (Juan 10:10), y, con ella — la gracia —, la vida se restaura, se expansiona, se hace sobrenaturalmente gozosa. No en vano las palabras de Cristo, es decir su doctrina, son espíritu y vida; “porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.  (Juan 6:33).

¿QUE DEBEMO HACER?

Ahora, para aprender de Cristo, para ser manso y humilde de corazón, debemos librarnos de los deseos de ser estimado, ser tan amado, ser buscado, ser alabado, ser honrado, ser preferido a otros, ser consultado, ser aprobado, ser halagado, como además no tener temor de ser rechazado, ser olvidado, ser puesto en ridículo, ser burlado, ser injuriado, que los otros sean más queridos que yo, y tampoco debemos preocuparnos de que los otros puedan crecer en la opinión del mundo y yo disminuir, que los otros sean alabados y yo criticado, que los otros sean preferidos a mí en todo y yo postergado, que los otros puedan ser más santos que yo con tal de que yo sea todo lo santos que Dios quiera.

Frente a una tarea tan difícil, nos queda la permanente oración suplicando: Amado Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo, “manso y humilde de corazón”, porque también necesito hallar descanso para mi alma. 

El Señor les Bendiga y les haga felices

Pedro Sergio

Enero 2012


Fuentes; Biblia de Jerusalén

Otra reflexión relacionada en este link; EL DIFICIL CAMINO DE LA HUMILDAD

Publicado en este link: REFLEXIONES INTIMAS EN AMISTAD CON DIOS

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