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LA EXPERIENCIA TRINITARIA Y LA AUTÉNTICA EXPERIENCIA DE DIOS EN LOS SANTOS DEL CARMELO

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant


1.    SI LE AMAMOS, SOMOS MORADA DE LA SANTISIMA TRINIDAD

Este domingo, celebraremos el misterio de Dios que se nos ha revelado en la historia de la salvación como la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, día ideal para contemplar y adorar algo de ese profundo e infinito de amor y de comunión que es Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nuestra experiencia de amor a la santísima Trinidad, será siempre imperfecta y limitadas mientras vivamos en este mundo, por tanto, tenemos necesidad de un proceso de crecimiento y de purificación que nos lleve a transformarnos desde el interior, para que seamos verdadero santuario de la Santísima Trinidad en nosotros. Dice el apóstol Pablo; “no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios”  (1 Cor 6,19)

Respondiéndole Jesús a uno de sus discípulos le dice; “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.” (Jn 14,23). Al respecto, expone San Juan de la Cruz  en Llama de Amor Viva; “conviene a saber: que si alguno le amase, vendría la Santísima Trinidad en él y moraría de asiento en él; lo cual es ilustrándole el entendimiento divinamente en la sabiduría del Hijo, y deleitándole la voluntad en el Espíritu Santo, y absorbiéndola el Padre poderosa y fuertemente en el abrazo abisal (profundo) de su dulzura.” (Ll 1,15) Y Más adelante agrega; “el alma cómo las tres personas de la Santísima Trinidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, son los que hacen en ella esta divina obra de unión.” (Ll 2,1)

Y también declara San Juan de la Cruz en Cantico Espiritual; “Porque esto es lo que entiendo quiso decir san Pablo (Gal. 4, 6), cuando dijo; Por cuanto sois hijos de Dios, envió Dios en vuestros corazones el espíritu de su Hijo, clamando al Padre. Lo cual en los beatíficos de la otra vida y en los perfectos de ésta es en las dichas maneras. Y no hay que tener por imposible que el alma pueda una cosa tan alta que el alma aspire en Dios como Dios aspira en ella por modo participado; porque dado que Dios le haga merced de unirla en la Santísima Trinidad, en que el alma se hace deiforme y Dios por participación, ¿qué increíble cosa es que obre ella también su obra de entendimiento, noticia y amor, o, por mejor decir, la tenga obrada en la Trinidad juntamente con ella como la misma Trinidad, pero por modo comunicado y participado, obrándolo Dios en la misma alma? Porque esto es estar transformada en las tres Personas en potencia y sabiduría y amor, y en esto es semejante el alma a Dios, (Gn. 1, 26) y para que pudiese venir a esto la crió a su imagen y semejanza.” (CB 39,4)

2.    EL MISTERIO TRINITARIO

Se despide san Pablo de su hermanos que están en Corintios; “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.” (2 Cor 13,13). Esta despedida de San Pablo, es única en todo el Nuevo Testamento, aquí el apóstol nos muestra toda una profesión de fe en el único y verdadero Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, es una verdadera reflexión a vivir diariamente toda nuestra existencia humana y cristiana “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Es en otras palabras, una convocatoria a poner nuestra vida en el signo del Dios que es amor y comunión sin límites. Y Santo Tomas, nos dice que; “La Gracia de Jesucristo, por la que nos justificamos y salvamos; el amor de Dios Padre, por la que nos unimos a El, y la comunión del Espíritu Santo que nos distribuye los dones divinos.” (Santo Tomas de Aquino - Segunda Corintios 52)

La fe católica nos enseña que en Dios hay tres personas completamente distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que tienen una sola naturaleza o esencia divina, ¿y qué es esto? – Se necesita una buena disposición fe y razón al mismos tiempo para entender el dogma de la Trinidad. En Dios hay tres personas distintas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Aunque la razón no puede demostrar el misterio trinitario, puede rastrear su admirable credibilidad, iluminada por la fe. La multiplicidad de personas en Dios equivale a sus varias relaciones subsistentes, realmente distintas entre sí. Distinción real entre las relaciones divinas proveniente de su oposición relacional. Así como la paternidad y la filiación son relaciones opuestas, pertenecientes a dos personas, la paternidad subsistente y permanente es la persona del Padre, y la filiación subsistente  e inmutable es la persona del Hijo. La exhalación activa del Padre y del Hijo es opuesta a la exhalación pasiva, o procesión del Espíritu Santo.

3.    LAS FÓRMULAS TRINITARIAS SON FRECUENTES EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

Leemos en el Deuteronomio el versículo siguiente: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.”  (Dt 6, 4-5). Entonces nos damos cuenta que en el Antiguo Testamento de la Biblia se afirma enfáticamente el monoteísmo, es decir, no hay más que uno solo Dios. Sin embargo en el Nuevo Testamento asume en la unicidad de Dios de esta forma: “Acercóse uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien, le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”  (Mc 12,29-32), entendemos que esto se emplea frente al politeísmo pagano de esa época. No obstante esta unicidad de Dios es perfectamente factible con la trinidad de personas en el mismo Dios.

Es así como en el Nuevo Testamento se afirma la divinidad de Jesucristo (el Hijo de Dios). En él se da la plenitud del Espíritu: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos” (Lc 4,18), También se da el perdón de los pecados: “Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados – y dice al paralítico-: ……. "A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa." Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: Jamás vimos cosa parecida.  (Mc 2, 1-12 par), también observamos la suprema cercanía de Dios: En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños.”  (Mt 11,25) y del mismo modo el mando sobre la ley dada por Dios en el Antiguo Testamento, como el "yo soy" característico de Dios y finalmente el Nuevo Testamento conoce la divinidad del Espíritu Santo, que como Espíritu de Dios es la absoluta plenitud salvífica de Dios: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos”  (Lucas 4,18) Por eso las fórmulas trinitarias son frecuentes en el Nuevo Testamento. Así nos consta por el relato del bautismo de Jesús  y por el mandato del bautismo del final de Mateo: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, (Mt 28,19).

4.    PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO,

Pero el Hijo y el Espíritu no son sencillamente lo mismo, como presencia del Dios que revelan. Están relacionados con él, son enviados por él, cada uno tiene su "relación" peculiar con el Padre, como lo relata el evangelio de san Juan: “A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.” (Jn 1,18).

No obstante, aunque el Nuevo Testamento, a la vez que sustentando con fuerza la unicidad de Dios, es decir que Dios es uno solo sin división de personas, y que Jesús es ese mismo y único Dios, reconoce también una trío en ese mismo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que se distinguen entre sí por medio de su acción salvífica diferenciable. No obstante, están de tal manera igualado, que el Hijo y el Espíritu Santo no pueden concebirse como simples "fuerzas" de la acción de Dios en el mundo.

Dios se ha dado absolutamente al hombre, completamente y sin reservas, como Trinidad inseparable. Trinidad que se da en Dios para la salvación del hombre. La Trinidad  es al mismo tiempo la realidad de Dios, tal como éste existe en sí mismo. Con esto quiero expresar que conocemos lo que es Dios en sí mismo a través de lo que Dios ha hecho con nosotros y por nosotros. Algo que debemos maravillarnos, es justamente no lo que somos capaces de hacer por Dios, sino que la Obras que El hace en nosotros.

El revelarse de Dios hacia fuera nos manifiesta cómo es Dios hacia dentro. Ahora bien, Dios se ha revelado como Padre, es decir, como el ser que da la vida al hombre y está siempre a favor del hombre. Dios se ha revelado como Hijo, es decir, como el amigo cercano y familiar al hombre, que diseña el camino y el destino que debemos seguir como creyentes. Dios se ha revelado como Espíritu, es decir, como amor absoluto y libertad soberana, que describe cuáles tienen que ser las opciones fundamentales del hombre en la vida. Así se ha manifestado Dios. Y así es Dios en sí mismo.

5.    EL MISTERIO DEL "MÁS GRANDE DE LOS SANTOS", SAN JUAN DE LA CRUZ

Dios -Padre, Hijo y Espíritu Santo- habita en nuestra alma en gracia no sólo con una presencia de inmensidad, como se encuentra en todas las cosas, sino de un modo especial, mediante la gracia santificante. Esta nueva presencia llena de amor y de gozo inexplicable al alma que va por caminos de santidad. Y es ahí, en el centro del alma, donde debemos acostumbrarnos a buscar a Dios en las situaciones más diversas de la vida. Ciertamente, lo podemos buscar en la calle, en el trabajo, en el deporte, mientras descansamos, en la oración, en el retiro, etc. Es así como San Juan de la Cruz, escribe maravillosamente en el Cántico Espiritual, declaración 1,7 “¡Oh, pues, alma hermosísima entre todas las criaturas, que tanto deseas saber el lugar donde esta tu Amado, para buscarle y unirte a él! Ya se te dice que tú misma eres el aposento donde él mora y el lugar y escondrijo donde está escondido; que es cosa de grande contentamiento y alegría para ti ver que todo tu bien y esperanza está tan cerca de ti, que esté en ti o, por mejor decir, tú no puedes estar sin él. Catá -dice el Esposo- que el reino de Dios está dentro de vosotros (Lc 17, 21); y su siervo el Apóstol San Pablo (2 Cor 6, 16)” Vosotros -dice- sois templos de Dios”

Es el misterio del "más grande de los Santos", como  gustaba llamar San Juan de la Cruz a la Santísima Trinidad, cuando le preguntaban la razón de la gran devoción que le profesaba y le cantó, con su mucha sabiduría experiencial de la Trinidad: “Su origen no lo sé, pues no le tiene, mas se que todo origen de ella viene, aunque es de noche….”

San Juan de la Cruz declara que el Espíritu Santo eleva el alma a una altura tan especialmente bella, que le hace capaz de aspirar en Dios la misma aspiración de amor que el Padre aspira en el Hijo y el Hijo en el Padre, que es el mismo Espíritu Santo (Cfr. CB 39, 3).

6.    LA INHABITACIÓN TRINITARIA, PRESENCIA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD EN LA BEATA ISABEL DE LA TRINIDAD

La Inhabitación Trinitaria, es la presencia de la Santísima Trinidad en el alma del que está en gracia de Dios. Dijo el Señor a sus Discípulos: “Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.” (Jn  14,23).

Dios Trinidad habita realmente en nosotros y establece en nosotros su morada. Y nosotros habitamos realmente en Dios Trinidad. San Pablo nos enseña que Dios no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos,  (Cfr. Hech 17, 26-27. La presencia de Dios Trinidad en nosotros es agradable y nos transforma, nos estructura por dentro.

La Beata Carmelita Descalza Isabel de la Trinidad tuvo es su vida una existencia privilegiada, transfigurada siempre por la presencia de Dios Uno y Trino. La inhabitación trinitaria, presencia de la Santísima Trinidad en el alma del que está en gracia de Dios, estuvo en ella viva y actuante. Es así como esta vivencia de la inhabitación trinitaria, cada vez más profunda, la llevó a descubrir durante su noviciado una experiencia de que estaba viviendo el cielo en la tierra. “He hallado mi cielo en la tierra, decía en carta, porque el cielo es Dios, y Dios está en mi alma”. La realidad de Dios, íntimo a su alma, fue el determinante de toda su vida. La vida espiritual de Isabel de la Trinidad es uno de los testimonios más claros de alguien que vivió enamorada de la realidad de Dios Uno y Trino, vivió en su presencia y en la intimidad de las tres divinas personas, en una conciencia cada vez más lúcida y en una unión espiritual muy estrecha, y es así como rezaba:

“¡Oh, mi Dios, Trinidad a quien adoro! Ayudadme a olvidarme enteramente para establecerme en Vos, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de Vos, ¡oh mi Inmutable!, sino que cada minuto me haga penetrar más en la profundidad de vuestro misterio. Pacificad mi alma, haced de ella vuestro cielo, vuestra morada amada y el lugar de vuestro reposo. Que no os deje allí jamás sólo, sino que esté allí toda entera, completamente despierta en mi fe, en adoración total, completamente entregada a vuestra acción creadora”.

7.    EXPERIMENTAR QUE SOMOS MORADA DE DIOS EN LA ORACION CON TERESA DE JESUS

¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?  (1 Cor 3, 16)

La Santa Madre Teresa de Jesús, maestra de oración, define que la esencia viva de la oración de esta forma: “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, que tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”. Luego ella, en le Libro Camino de Perfección, capitulo 28, describe su entusiasta experiencia de descubrir a Dios dentro de sí misma y se lo comenta a sus hijas (la monjas) y al mundo.

Cómo entrar dentro de sí. Es un tema central del Libro Camino de Perfección, donde Teresa, nos enseña que el recogimiento es un campo intermedio entre la oración rezada y la oración de pura contemplación, así, ella intenta decirnos en este capitulo 28, qué es oración de recogimiento, los medios, y cómo podemos acostumbrarnos a ello. En un primer momento nos ha dicho que recogerse es centrarse en el Otro. Ahora consiste en “entrar, con El, (Dios) dentro de sí”.

Un presupuesto básico: entrar dentro de sí mismo. La Santa prefirió como punto de partida la segunda palabra del Padrenuestro “que estás en los cielos”. No en los cielos estrellados, sino en los cielos de mi alma o de mi vida, cielos espaciosos y dilatados de mi espíritu.

La interioridad del hombre es morada, o templo del Espíritu. Dios tiene sus delicias ahí, en estar con nosotros. ¿Pensáis que importa poco saber qué cosa es cielo y adónde se ha de buscar vuestro sacratísimo Padre? (C 28,1). En fin, que adonde está Dios, es el cielo (C28, 2). Y así lo es nuestra alma por habitarla Dios. Ella agrega que es importante  “no solo creerlo, sino procurar entenderlo por experiencia” (C 28,1). Esto de experimentar que somos morada de Dios no es cosa fácil cuando un alma comienza a orar. “El no se da a conocer hasta que va ensanchándola poco a poco, conforma a lo que es menester para lo que ha de poner en ella” (C 28,12). Ya sabéis que Dios está en todas partes (C 28,2), Ahí, en mi espacio interior, “Dios está tan cerca que nos oirá” (C 28,2), basta hablarle bajito. Basta “ponerse en soledad y mirarle dentro de sí, y no extrañarse de tan buen huésped” (C 28,2). Aprender a “hablarle como a Padre, pedirle como a Padre”…contarle sus trabajos, pedirle remedio para ellos (C 28,2).

8.    LA DEVOCION DE TERESA DE LISIEUX

Santa Teresa del Niño Jesús tenía una gran devoción a la Santísima Trinidad. Hubiera deseado que su fiesta fuese elevada a un rito superior. Confiesa Teresita: “Este año, el 9 de junio, (1895) fiesta de la Santísima Trinidad, recibí la gracia de entender mejor que nunca cuánto desea Jesús ser amado.”

Teresita siempre tiene presente su amor a la Santísima Trinidad, es así como durante la fiesta de la Santísima Trinidad, en la misa, sintió la inspiración de ofrecerse como víctima de holocausto al Amor misericordioso de Dios. Reza Teresita; “¡Oh Dios mío, Trinidad santa!, yo quiero amarte y hacerte amar, y trabajar por la glorificación de la santa Iglesia salvando a las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio.”

También escribe oraciones como homenaje a la Santísima Trinidad; “Aquí estamos, Dios mío, postradas ante ti. Venimos a implorar la gracia de trabajar por tu gloria. Las blasfemias de los pecadores resuenan dolorosamente en nuestros oídos. Y para consolarte y reparar las injurias que te hacen sufrir las almas redimidas por ti, ¡oh adorable Trinidad!, queremos formar un concierto con todos los pequeños sacrificios que vamos a hacer por tu amor” y sigue más adelante; “Por último, durante ocho días, tus hijas recogerán el perfume de las flores, deseando reparar así las indelicadezas que te hacen sufrir las almas sacerdotales y religiosas. ¡Oh, bienaventurada Trinidad!, concédenos la gracia de ser fieles y la de poseerte cuando termine el destierro de esta vida”… Amén.

Hablando sobre un juego muy conocido como “calidoscopio” con el que se divertía en su infancia, dice Teresita por las imágenes que se veían; “Esto fue para mí la imagen de un gran misterio. Mientras nuestras acciones, aun las más pequeñas, no se salgan del foco del amor, la Santísima Trinidad, figurada por los cristales convergentes, les da un reflejo y una belleza admirables.

9.    LOS SIGNOS DE LA SANTISIMA TRINIDAD

Y Juan Bautista dio testimonio diciendo: “He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo." Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios.  (Jn 1, 32-34). San Agustín, nos dice que en forma de paloma porque representa la sencillez, con el fin de que cada uno comprenda que cuando tiene el Espíritu Santo, debe ser sencillo como la paloma y tener con sus hermanos verdadera paz.  Y agrega que allí apareció toda la Beatísima Trinidad. El Padre en la voz que decía: "Tú eres mi Hijo muy amado" (Lc 3,22), el Espíritu Santo en la forma de paloma. Y en esta Trinidad fueron enviados los Apóstoles a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19 (Catena Áurea ES 12132)

Pero el signo mas importante, es que “Dios es amor” (1 Jn 4,8) y la Santísima Trinidad es amor. Su mismo ser y su actividad más específica es el amor. Amor gratuito y sin límites, amor en expansión que recrea y perdona a los hombres y les comunica la misma vida divina. “Dios nos ha manifestado el amor que nos tiene enviando a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. El amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados” (1 Jn 4,9-10). Dios es amor y la única respuesta válida de parte nuestra es el amor. Sólo en el amor, en la donación sin límites y en el perdón generoso se manifiesta nuestro conocimiento de Dios. El lenguaje sobre Dios se vuelve inteligible solamente cuando nos conduce a la comunión y a la participación. Nuestra fe en la Trinidad encuentra su expresión más perfecta solamente en el amor: “Amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1 Jn 4,7). (2)

Y todos podemos experimentar el gran amor que El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tiene por nosotros y en nosotros, por esa razón, es nuestra mejor oración diaria, hecha con la Señal de la Cruz en nosotros para comenzar toda nuestros momentos de fe, al comenzar a orar, a participar en la Eucaristía y cada vez que recibimos una bendición.

Con este planteamiento, quiero expresar que se comprende buenamente en qué consiste la experiencia trinitaria, que es la auténtica experiencia de Dios. Es la experiencia de la certeza y la confianza total en Dios como Padre. Es la experiencia del seguimiento de Jesús como Hijo. Y es la experiencia del amor sin límites y de la libertad total frente a los poderes e instituciones de este mundo. He ahí la auténtica experiencia de Dios. Porque es la experiencia de lo que Dios es en sí mismo.

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes.” (2 Cor 13,13).

Bendiciones

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

    Publicado en este link: LA SANTISIMA TRINIDAD

Ávila, mayo de 2016

Fuentes de Inspiración:

Sagrada Biblia de Jerusalén

Catecismo Católico, 

P. Silvio José Báez ocd. (2) (Debarim),

Catenea Aurea

Obras Completas de San Juan de la Cruz, Beata Isabel de la Trinidad y Teresa de Jesús Editorial Monte Carmelo

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