El tramposo con el as de diamantes, pintura de Georges de La Tour,
pintor francés que vivió de 1593 a 1652, es una escena que nos invita a
compartir el juego lleno de trampas, apuestas, el alcohol, los guiños, las
señales discretas, el influenciar con gestos engañosos. (Atrás en la espalada
esconde sus cartas). CUIDARSE
DE LAS INFLUENCIAS, SER CAUTELOSO AL ENGAÑO Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1.
SER CAUTELOSO A LAS MALAS
INFLUENCIAS
Cuidarse
de la malas influencias, saber acoger las buenas, es una tarea a la cual nos
vamos enfrentando desde comenzamos a relacionarnos como personas, es decir
desde que entendemos que es lo que nos dicen. Una de las peores tentaciones
de las cuales somos objeto, es dejarnos influir por aquellos que pretenden
que abandonemos nuestra fe y nuestra religión con argumentos que intentan
poner en duda lo que sabemos o en lo que confiamos. San
Juan de la Cruz, santo Carmelita, Doctor de la Iglesia, formador de los
primeros carmelitas teresianos en varias casas de formación, como director y
maestro espiritual en Castilla y Andalucía, de monjas carmelitas y de los
fieles, instruía y enfervorizaba con la predicación, además de su carisma
particular, entregando dirección espiritual e ilustrando el modo de ser
precavido y cauteloso con las malas influencias en la fe. Unos de
los textos donde nos enseña cómo no caer en la trampa de las malas
influencias es “Las Cautelas”. En ese pasaje, el santo carmelita expone como
el alma puede llegar al santo recogimiento, silencio espiritual, desnudez,
pobreza de espíritu, gozar del pacífico refrigerio del Espíritu Santo,
alcanzar la unidad con Dios. Para ello debe librarse de los impedimentos de
toda criatura de este mundo, y defenderse de las astucias y engaños del
demonio, y libertarse de sí mismo. En efecto, “La Cautelas”, advierte que
todos los daños que el alma recibe nacen de los enemigos ya dichos, que son
tres: mundo, demonio y carne. El mundo es el enemigo menos dificultoso: el demonio
es más oscuro de entender; pero la carne es más tenaz que todos, y duran sus
acometimientos mientras dura el hombre viejo. Para vencer a uno de estos
enemigos es necesario vencerlos a los tres, debilitado uno, se debilitan los
otros dos, y vencidos todos, (los tres), expone San Juan de la Cruz, “no le
queda al alma más guerra.” En este
artículo que presento, no me voy a referir mayormente a las cautelas que
presenta San Juan de la Cruz, no obstante, lo he recogido en este preámbulo,
porque a mi parecer, nos viene bien tener cuidado, es decir ser cauteloso con
algunos aspectos de nuestras vida de fe, considerando los aspecto que el
santo enuncia es su texto, que es una “instrucción y cautelas” que debe usar,
como dice la presentación de ese contenido, el que desea ser verdadero
religioso. 2.
CRISTIANOS INFLUENCIADOS POR UN
MUNDO ATEO
Se me
acercó una persona madura, de aspecto sencillo y me pregunto si yo tenía
alguna religión, y pensé mucho de qué forma le tenía que responder, porque
estaba seguro que detrás de mi respuesta comenzaría esta persona a exponerme
su punto de vista, y si era de otra confesión distinta a la mía, trataría de
convencerme quizá de lo bueno que era su religión, y tratar de demostrarme
porque la mía si era distinta a la de él, no era la verdadera o no era la más
fiel a Dios. Por lo general, cuando se te acerca algún hombre que anda
evangelizado según su espiritualidad, te quiere poner entre algunos límites,
al hacerte ver algunos errores que los hombre hacen en tu comunidad o
religiosidad, que por lo demás en esos aspecto, somos testigos de muchas
equivocaciones de nuestros hermanos, y no me refiero solo a los errores
doctrinarios, sino a las actitudes poco o nada cristiana que pesan sobre
muchos religiosos y laicos activos en nuestra Iglesia. Los que
nos hacemos llamar cristianos, no importa de qué confesión, tenemos muchas
cosas comunes, creemos en el mismo Dios y decimos que él es nuestro padre,
creemos en Jesucristo como nuestro Redentor y en el Espíritu Santo. Y esta
fe, dice mucho más de lo que creemos de quienes somos nosotros, el Apóstol
Pedro, expone a sus hermanos; “somos de un linaje elegido, sacerdocio real,
nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os
ha llamado de las tinieblas a su admirable luz, vosotros que en un tiempo no
erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo
compasión, pero ahora son compadecidos.” (1 Pedro 2, 9-10) Ciertamente,
como cristianos, tenemos que tener conciencia si somos o no parte de una vida
mundana. La vida terrenal está llena de frivolidades y superficialidades, por
lo que estamos muy influenciados de lo
profano y en nombre de la tolerancia, se nos proponen formas de vida que
están muy lejos de lo que Jesús nos ha predicado. Al menos en mi país,
algunos aún dicen que vivimos en un país mayoritariamente católico, sin
embargo oí hace poco con mucho entusiasmo una muy buena predica de un anciano
sacerdote, en la cual se nos decía, que eso era ya un error, porque nuestro
mundo mayoritariamente va por lo ateo y lo antirreligioso. 3. ESTE MUNDO NOS MIRAR CON MALOS OJOS POR NO QUERER SER COMO ES ESTE
MUNDO
Nuestro
Señor Jesucristo, le ha rogado a su Padre por nosotros, y por consecuencia de
su mensaje, este mundo nos mirara con malos ojos por no querer ser como es
este mundo, él les ha pedido al Padre que nos libre del maligno, también le
ha rogado que nos haga santo y que nos consagremos a Él, que confiemos en El
y vivamos adheridos a Él, el punto está, en que confiamos que lo hacemos,
pero en conciencia, hay que reflexionar si de verdad lo hacemos o estamos
dispuesto a hacerlo. Toda esta verdad, nos la dice el Evangelista San Juan,
cuando nos relata esta oración realizada por Jesús. “Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los
ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino
que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del
mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has
enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me
santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.
No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su
palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo
en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú
me has enviado.” (Jn 17, 14-21) A mi entender el pasaje del Evangelista San Juan,
nos dice que el Señor
indica el motivo por qué sus discípulos son dignos de gozar de toda la
protección del Padre, diciendo: "Yo les
he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado". Como si dijera: "Por ti y por tu palabra
han sido aborrecidos por no querer ser como de este mundo". Había dicho
antes: "Los que me diste del mundo", hablando allí de la
naturaleza, pero aquí de las malas influencias dice: "Ellos no son del mundo", porque nada hay en ellos
común con la tierra, pues se han hecho ciudadanos del cielo, en lo que les
manifestó su amor alabándolos ante su Padre. Cuando Jesús pide; “Que los guardes del Maligno", no parece estar hablando
sólo de los peligros de las malas influencias, sino que además de la
permanencia en la fe, por lo que añade: "Santifícalos en la
verdad". O de otro modo, hazlos santos dándoles el Espíritu Santo y una
sana doctrina, una buena influencia, porque los santos mandatos de Dios
instruyen y santifican el corazón. 4.
INFLUENCIADOS POR EL ESPÍRITU
SANTO
Nuestra
fe, se va alimentado a diario, en especial, por intermedio de la Palabra de
Dios, oída, leída, meditada, reflexionada y rezaba, para mí y quizá para
muchos, esta palabra se entiende gracias a la acción del Espíritu Santo, así
también lo pone la Sagrada Biblia de Jerusalén, cuando al subtitular el 1
Corintios 2, 6-16, lo presenta como “El Espíritu nos enseña la sabiduría”
porque; “lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre
llegó, lo que Dios preparó para los que le aman. Porque a nosotros nos lo
reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las
profundidades de Dios. En efecto, ¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre
sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo
íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios.”
(1 Cor 2, 9-11), es decir, Dios nos ha revelado y se nos ha mostrado
por medio de su espíritu. Lo que me queda claro, es que todas las influencias
divinas, consejos que percibimos, misterios que se nos descubren, vienen a
nosotros por influencia del Espíritu Santo. Expresa
nuestro Catecismo Católico; "Nadie puede decir: "¡Jesús es
Señor!" sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Cor 12, 3).
"Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama
¡Abbá, Padre!" (Ga 4, 6). Este conocimiento de fe no es posible sino en
el Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo, es necesario
primeramente haber sido atraído por el Espíritu Santo. Él es quien nos
precede y despierta en nosotros la fe” (CIC 683) Ciertamente,
el hombre sabe, comprende y entiende a Dios, por la influencia del Espíritu
de Dios, que proviene de Dios. El Espíritu Santo con su gracia es el
"primero" que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva
que es: "que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado,
Jesucristo" (Jn 17, 3). (CIC 684). Todo esto es un obsequio, bendiciones
que Dios nos da gratuita y abundantemente. 5. ¿DESEO QUE MI RELIGIÓN SEA MUY ESTRICTA?
Ciertamente,
he puesto un pregunta muy difícil, porque tenemos la idea de que mi religión
le hace bien a los hombres y que esto no se opone a Dios, pero el mundo
religioso no siempre fue de esa manera, y así lo señalan los Evangelios, por
tanto, hay que hacerse permanentemente un examen de conciencia para poder
identificar este aspecto, ya que muchos veces podemos estar haciendo lo que
Dios no quiere, ejemplo de esto nos pone San Pablo en el libro de los Hechos;
“Ellos me conocen de mucho tiempo atrás y si quieren pueden testificar que yo
he vivido como fariseo conforme a la secta más estricta de nuestra
religión.” (Hech 26, 5). Y así nos lo
han relatado los evangelistas, los fariseos, eran unos religiosos muy
estrictos, con muchas normas, se creían santos, no obstante sus reglas no
fueron aceptadas por Jesucristo y ser
como ellos, no era camino al Reino de los Cielos; “Porque os digo que,
si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no
entraréis en el Reino de los Cielos.” (Mt 5,20) Tenemos
muchos relatos evangélicos, en especial en los de Mateo, donde los fariseos
condenan permanentemente a los discípulos de Jesús, a modo de ejemplo, estos
le dijeron: “Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en
sábado. (Mt 12), ante esto, Jesús les
responde” (Mt 12, 3-9), descubriéndole que son religiosos poco
misericordiosos, que no muestran disponibilidad ni para ayudar, nunca está en
ellos la idea de corregir con amor, ni para salvar ni menos para perdonar;
“Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: Misericordia quiero,
que no sacrificio, no condenaríais a los que no tienen culpa” (los
inocentes). (Mt 12, 7), poco más adelante,
Mateo nos relata que; “los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon
contra él para ver cómo eliminarle.” (Mt 12, 14) Y las
conductas de los fariseos, se repiten ampliamente hoy día dentro de nuestras
comunidades, tanto en laicos como religiosos, y pretenden influenciarnos
mostrándose como hombres muy justos.
San Juan de la Cruz, nos
recomienda ser cautelosos de todo daños acerca de los religiosos. (Tercera
Cautela, 8) A nosotros
nos corresponde saber quiénes son para no dejarnos afectar por ellos. El
Mismo Jesús no enseña cual es la actitud de estos: “¡Ay de vosotros, escribas
y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por
fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de
toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los
hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.” (Mt 23,
27-29) 6.
INFLUENCIADOS POR LA
INCREDULIDAD.
Tenemos una constante lucha interior
entre la luz y las tinieblas, entre la verdad y la mentira, entre el amor y el
odio, entre la esclavitud y la libertad y finalmente entre la vida y la
muerte. Y esta lucha interior, se resuelve con una decisión propia en intima
de cada uno, aceptar o negarse a acoger a Cristo. No aceptar que él es la luz
del mundo, en otras palabras, no confesar que reconocemos en Cristo al
enviado del Padre, al Hijo unigénito de Dios. Esta es la peor influencia que
se nos quiere proponer y desde ahí elegir una opción de vida que se abre a
permitir la no existencia del pecado, por tanto todo es permitido. Pero también, se busca
influenciarnos a no reconocer la existencia del demonio, como si esto fuera
un cuento de ignorantes. El demonio, satanás, diablo, como se le llame no
existe, es algo que escuchamos constantemente desde el mundo antirreligioso.
Todos podemos ser tentados por este maligno, el mismo Hijo de Dios lo fue,
“permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás.” (Mc 1,13) “durante cuarenta días, tentado
por el diablo.” (Lc 4,2) “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al
desierto para ser tentado por el diablo.” (Mt 4,1) Volviendo a San Juan de la Cruz,
dice que este es otro de nuestros enemigo del cual hay que tener cautela,
para lo cual debemos de advertir que, entre las muchas astucias de que el
demonio usa para engañar a los espirituales, las más ordinaria es engañarnos
debajo de una especie de bien y no de mal. (Cautela contra el demonio 10) Pero si nuestra fe es fuerte, nos
seremos influenciados por la incredulidad. Sabemos que al no acoger a Cristo,
renegamos del Padre y formamos en las filas del demonio, que es el príncipe
de este mundo (Jn 12,31). Si
caemos en la trampa, nos convertiremos un esclavo de Satanás (Jn 8,34), es decir en un hijo de
él, como dice san Juan; “Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis
cumplir los deseos de vuestro padre. Este era homicida desde el principio, y
no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la
mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la
mentira.” (Jn 8, 44). El demonio es la cabeza de la humanidad pecadora. En el
rechazo de Cristo, siempre está la acción satánica, ya que es una opción en
favor de la mentira, de la esclavitud y de la muerte espiritual y eterna. “No te dejes vencer por el mal;
antes bien, vence al mal con el bien.” (Rom 12,21) El Señor nos cuide y nos
Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso
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