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EL CUERPO DE CRISTO Y EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA

Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

 

1.    “SI NO COMÉIS… NO TENÉIS VIDA EN VOSOTROS”

Discutían entre sí los judíos y decían: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”  (Juan (SBJ) 6, 52)  Entonces Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día”. (Juan (SBJ) 6, 53-54)

A los judíos de aquel tiempo, aquellos que aún habían comprendido a Jesús, (hoy tampoco lo entienden los que no conocen a Jesús), no entendían cuál era aquel pan de amistad y “discutían entre sí”. Este es un ejemplo de porque los que hoy comemos de este pan, no debiéramos discutir entre nosotros, porque sí sabemos que por medio de este pan, El Señor nos une en su amor. También para estos judíos, o para estas personas, aún ignorantes del sentido de las Palabras de Jesús, creían que el Señor dividiría en trozos su propia carne y se la daría a comer; por esto reñían y discutían entre ellos, y es porque no entendían nada de esto que se les hablaba. Por tanto, esto que les decía el Señor, para ellos era imposible que les diese a comer su propia carne. Sin embargo, Jesús no solo les da a entender que no era imposible, sino que además es muy necesario, porque si no lo hacen, no tienen vida en ellos. “si no coméis… no tenéis vida en vosotros”

2.    EL QUE COME….TIENE VIDA ETERNA

Ahora bien, es importante comprender que el mensaje del Señor no era solo para estos judíos, era para todo el mundo, por eso el Señor, pensando en todos, formula: “El que come mi carne y bebe mi sangre”, y también, y es motivo porque hay que meditar la Palabra para que se entienda en su verdadera intención, Jesús no se refería a esta vida terrenal, entonces para que no debatiesen el significado de esto, el mismo Jesús les aclara que;  él que lo hace, “tiene vida eterna”.

Este aspecto, nos debe hacer reflexionar porque tenemos la necesidad de comer constantemente el “Cuerpo de Cristo” que se nos da en la Eucaristía. Ciertamente, que si no lo hacemos, nuestra vida sigue igual, pero es nuestra vida terrena y temporal, pero de ninguna manera en la “vida eterna”. Si alguien no recibe ningún tipo de alimento, muere de inanición, de debilidad, pero respecto de esta comida y esta bebida, que nos habla Jesús, esto es, del “cuerpo” y de su “sangre”, no es así. Porque el que no come su “cuerpo” (carne) y no bebe su “sangre” no tiene vida eterna, pero el que lo come y la bebe tiene vida y ésta es eterna. Además, nuestra fe nos ha enseñado que no es carne de un simple hombre, sino de Dios, quien desea hacer al hombre divino.

3.    ¿Y EL QUE NO COME POR ALGUNA RAZON ESPECIAL?

“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.  (Mateo (SBJ) 28, 19-20), “El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará” (Marcos (SBJ) 16, 16). Es Palabra de Dios, el mismo Jesús lo ha pedido, hay que bautizar y por tanto el único sacramento absolutamente indispensable para salvarse es el bautismo, por tanto creemos en nuestra fe que si un niño recién bautizado muere, se salva, aunque no haya comido el “Cuerpo de Cristo”, sin embargo, para un bautizado que ha llegado al uso de razón, la Eucaristía es un requisito indispensable, porque “El” lo ha mandado; “ si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre… no tenéis vida en vosotros”

Aquí tenemos una diferencia importante con la idea de algunos hermanos cristianos que no viven la fe católica. Algunos opinan y ofrecen la salvación a los hombres solo purificados por el bautismo y luego hacen una vida sin este sacramento, olvidándose o no tomando en consideración que este misterio fue pedido por el Señor; “hacedlo en recuerdo mío”.  (1 Corintios (SBJ) 11,24)

Por cuanto, si el Señor nos lo ha pedido, para vivir en comunión con él, no parece  razonable que alguien alcance la salvación que es unión con Dios, viviendo sin la Eucaristía, que es también unión con Dios.

4.    Y QUE  ES LA EUCARISTIA?

La Eucaristía es la consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre, renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz. Por otra parte, la recepción de Jesucristo sacramentado bajo las especies de pan y vino en la sagrada Comunión significa y verifica el alimento espiritual del alma. Y así, en cuanto que en ella se da la gracia invisible bajo especies visibles, guarda razón de sacramento. Tiene razón de sacrificio en cuanto se ofrece, y de sacramento en cuanto se recibe.

La Eucaristía es el sacramento en el cual, bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y substancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad. Es por eso, el más grande e importante de los sacramentos, de donde salen y hacia el que van todos los demás, centro de la vida litúrgica, expresión y alimento de la comunión cristiana.

Nuestra fe nos enseña que al recibir la Eucaristía, ésta produce en el alma interesantes efectos tales como el aumento de la gracia santificante, es decir la disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor, el perdón de los pecados veniales y además es prenda de vida eterna. “Gracia” es el don o auxilio gratuito y sobrenatural de Dios por el que, respondiendo a su llamada, El nos prepara para ser adoptados como hijos en su Hijo por el Bautismo, nos hace participar de su misma naturaleza y nos constituye en herederos de la vida eterna. De manera más sencilla, podemos decir que la “gracia” es la acción de Dios acercándonos a El para que seamos sus Hijos.

5.    LA EUCARISTIA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

La Eucaristía fue también preanunciada varias veces en el Antiguo Testamento, por ejemplo en Salomón, libro de los Proverbios: "La Sabiduría se edificó una casa con siete columnas (los siete sacramentos), preparó una mesa y envió a sus criados a decir: " Venid, comed el pan y bebed el vino que os he preparado". (Prov. 9,1).

El profeta Malaquías, hablando de las impurezas de los sacrificios de la ley: " Pues desde el sol levante hasta el poniente, grande es mi Nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación pura.  (Malaquías (SBJ) 1, 11)

Por otra parte, sabemos que en la Pascua judía, es el banquete anual que el pueblo judío celebraba en conmemoración de la liberación de Egipto y comienzo del Éxodo. “Guardarás este precepto, año por año, en el tiempo debido”.  (Éxodo (SBJ) 13,10) Consiste en la buena noticia de Dios que salva a su Pueblo y que se celebra con un sacrificio-banquete. Este memorial significa no solo recordar el hecho histórico pasado, sino también hacerlo presente y actualizarlo, de modo que sea obrante y eficaz.  También sabemos de los sacrificios en Israel, rituales esenciales para la vida del Pueblo escogido, tales como los Holocaustos, en él se quema toda la víctima y no se guarda nada. Es un homenaje a Dios, es decir, tiene una clara función de adoración. Podemos encontrar muchos otros ejemplos tales como el sacrificio de Abel, de Abrahán, de Melquisedec, etc.

6.    EL PAN DE LA VIDA

Dijo Jesús: “En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo. Entonces le dijeron: Señor, danos siempre de ese pan. Les dijo Jesús: Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. (Juan (SBJ) 6, 32-35)

La verdad de la presencia real, corporal y substancia de Jesús en la Eucaristía, fue profetizada por el mismo Señor antes de instituirla, durante el discurso que pronunció en la Sinagoga de Cafarnaúm, al día siguiente de haber hecho el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. “Yo soy el pan de la vida”. El signo externo del sacramento, son la materia (pan y vino) y las palabras de la consagración (forma).

Lo importante, como ya he comentado, confiere la gracia, y esto lo asevera el mismo Jesús: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna".o sea, la gracia, que es prenda de vida eterna. Por otra parte, fue instituido por el mismo Señor en la Ultima Cena; Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: “Tomad, comed, éste es mi cuerpo.” Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre” de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.  (Mateo (SBJ) 26, 26-28)

7.    LO QUE NOS PIDE LA IGLESIA

La Iglesia ordena en su tercer “Mandamiento de La Santa Madre Iglesia”, que al menos una vez al año y por Pascua de Resurrección, todo cristiano con uso de razón debe recibir la Eucaristía. También hay que comulgar cuando se está en peligro de muerte. Esto es lo que la Iglesia nos sugiere como mínimo, ya que desea que se reciba al Señor con frecuencia, en las Santa Misa de cada domingo o incluso diariamente.

Lo que se realiza, pues, en la Eucaristía es la conversión del pan y del vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, que es lo que llamamos la transubstanciación. Bajo cada una de las especies sacramentales (pan y vino), y bajo cada una de sus partes cuando se fraccionan, está contenido Jesucristo entero, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.

Lo cual quiere decir que Cristo está presente hasta en una migajita de la hostia, por eso el sacerdote tiene mucho cuidado al dar la comunión de que no se caiga ningún pedacito al suelo.

8.    EL BANQUETE EUCARISTICO.

A la Misa se le llama así “El Banquete Eucarístico”, y se le ha dado este nombre, porque cuando Jesús hablaba del Reino de los Cielos lo comparaba con un banquete. Y su Ultima Cena fuera como un banquete, como un festín, una comida entre grandes amigos.

Un banquete es una comida alegre. Se colocan hermosos manteles, la mejor cristalería, se preparan las luces, la mesa se adorna con flores y se ánima y embellece con música y canciones, es decir se busca que los corazones estén llenos de alegría. Así es y debe ser la Misa, es algo formal, porque se celebra un acontecimiento importante y muchas veces el banquete es la celebración de un acontecimiento especial, y en cada Misa se celebra el acontecimiento de nuestra salvación.

Ahora bien, el banquete no lo hacemos solos. Nos encontramos con personas que llegan de otras partes, venidos de distintos sitios y condiciones, y allí nos sentimos unidos por nuestro común amor a Cristo y a su Iglesia. Sentimos comunión de unos para otros. Y en este Banquete Eucarístico, Dios nos alimenta con el Pan bajado del cielo que es el cuerpo de Cristo, del cual dijo el mismo Jesús: "El que coma de este pan vivirá para siempre" (Jn 6).

9.    CONSEJOS DE SAN FRANCISCO DE SALES

San Francisco de Sales repondía así: Si eres débil debes comulgar para volverte fuerte. Si has pecado mucho te conviene comulgar (después de confesarte bien) para que la presencia de Jesucristo te traiga fuerzas para no seguir pecando tanto. Si te domina el mal genio, al recibir en la comunión al que es "manso y humilde de corazón", El te irá contagiando de su bondad y su buen genio. Si tienes inclinación a la impureza y al vicio, la presencia en tu alma de Cristo el Cordero Inmaculado que jamás tuvo la más mínima mancha de pecado, te irá dando fortaleza hacia todo lo que es impuro, y amor por la virtud. Si te vence el orgullo, Jesús que es humilde te irá haciendo semejante a El. No comulgas por que ya eres santo, sino porque deseas llegar a la santidad. Y sin comulgar no lo lograrías quizá jamás.

10.  LAS ENSEÑAZAS DE TERESA DE JESUS

Teresa de Jesús, era una mujer inquieta y andariega, y la Misa era literalmente un alto en el camino, ella tenía mucho cuidado en que los sacerdotes que iban con ella [de] camino, por ningún caso no dejasen de decir la Misa ningún día. La Misa es la manera de renovar la presencia, viva y salvadora, de Jesús en la historia de la Humanidad. Es una presencia tan viva y tan real que la Santa la percibe como si se encontrase con Cristo en el tiempo en que estuvo entre nosotros. Por eso, ella se reía dentro de sí cuando oía decir a alguna persona que quisiera haber vivido en el tiempo en que Él vivió en el mundo. Lo dice así santa Teresa: "A ésta [Teresa] habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunas personas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro bien en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que, ¿qué más se les daba?" (C 34,6. Se pueden ver C 34,8 y 13).

Ante todo, Teresa de Jesús, afirma que la Eucaristía es el don por excelencia del Padre, que ya no consiste en el maná del desierto, sino en el don de su propio Hijo. Es la doctrina del capítulo 6 de san Juan. Es ese don-persona lo que pedimos al Padre al decirle que nos dé "el pan de cada día". Y ese pan se lo pedimos para el "hoy" pasajero de la vida presente, y para el cada día de la eternidad (cfr. C 34,1-2).  Para ella, la Eucaristía es, a la vez, la prolongación de la presencia de Cristo entre los hombres. Presencia "velada" de su Humanidad, como la Encarnación fue presencia velada de su Divinidad. La Eucaristía, bajo los signos del pan y del vino, es un nuevo "disfraz" de su Persona Gloriosa. Su Divina Majestad, el Esposo, el Señor, "disfrazado" en el Santísimo Sacramento. (C 34,3.9 y 12).

Habla también la Santa de una Majestad tan grande disimulada bajo los accidentes del pan y del vino (cfr. C 33,9), o disimulada "en cosa tan poca como la Hostia"  Pero todo ello hecho en una cercanía máxima, aunque misteriosa. El misterio no suprime nada a la cercanía que se da en el Santísimo Sacramento. Cercanía misteriosa, importante y decisiva, para el orante, necesitado de entrar en la presencia misteriosa del Otro -de Cristo-, para posibilitar el trato recíproco de amor. Esa misteriosa presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento es la más excelente plataforma para poder realizar todas las inflexiones de la oración: adorar, bendecir, dar gracias, alabar, reparar, pedir... Y de modo muy singular, para unirse a Cristo, y orar con Él y por Él al Padre, por la Iglesia (cfr. C capítulo 34).

Cristo Jesús, viva en sus corazones

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Fuentes:

Catecismo Católico

Sagrada Biblia de Jerusalén (SBJ)

Cipecar, Teresa de Jesús y la Eucaristía

www.caminando-con-jesus.org

 

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